domingo, 6 de abril de 2014

Alumnos innovadores: los sistemas educativos que sí funcionan


Dentro del espectro de experiencias innovadoras en el campo de la educación, el articulista de la revista TIME Rana Foroohar ha identificado una en un centro de secundaria de la ciudad de Chicago que merece la pena analizar con detenimiento. Se trata del instituto Sarah E. Goode, cuyos alumnos son denominados innovadores y  reciben una formación intensiva en habilidades STEM, las siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (Science, Technology, Engineering and Mathematics).

Todos los informes realizados en torno a los niveles educativos de EE.UU. y Europa parecen detectar carencias en el alumnado en este tipo de competencias, que por otro lado, se supone que son o serán las más demandadas por la economía del siglo XXI.

Los alumnos del Sarah E. Goode (que es el nombre de la primera mujer afroamericana en registrar una patente en 1885) cursan dos años más de estudios que los de los otros centros del país para obtener el graduado de secundaria. Pero los seis años en total les cualifican para recibir una diplomatura que supera el mero título de  estudios secundarios.

Pero hay algo más, el promotor de esta iniciativa no es otro que IBM, que aparte de establecer el currículum académico en materias STEM, ofrece oportunidades de trabajo remuneradas en la propia empresa. De alguna forma, el gigante de la informática ha creado un vivero de futuros empleados en este instituto de Chicago y en los otros siete que tiene entre esta ciudad y Nueva York.

El programa en cuestión se denomina Pathways in Technology, o P-Tech, y su primera promoción se graduará en 2018. Se considera muy positiva la colaboración del mundo de la empresa en el diseño y ejecución de los planes de estudio, a pesar de que tradicionalmente la educación asociada a sectores de actividad económica era considerada de baja calidad.

A pesar de lo atractivo del modelo, no deja de ser inquietante que sea una empresa la que determine qué deben estudiar los alumnos. Indudablemente, el desempleo juvenil es un problema de primera magnitud pero estas experiencias educativas orientadas al mercado de trabajo no dejan de sugerir que en vez de ciudadanos estamos formando mano de obra.

Curiosamente, el modelo P-Tech puede presentar otra derivada. Una determinada área geográfica en la que ha sido aplicado puede resultar más atractiva para el capital productivo al disponer allí de fuerza de trabajo altamente cualificada. Este modelo se convierte entonces en un atractor de la inversión empresarial o factor de desarrollo local.

Aparte del énfasis en las materias STEM, el currículo de este modelo educativo también incide en  las denominadas “soft skills” (habilidades blandas), como la capacidad para trabajar en equipo, la expresión oral y la presentación, el saber venderse o el liderazgo, entre muchas otras.

En resumen, los defensores del modelo resumen en tres sus factores de éxito: 1. Los alumnos permanecen dos años más en el centro formándose, 2. Los empleadores intervienen en la elaboración del currículo, y 3. Existe la recompensa de un empleo tras la graduación.

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